Los Problemas. Aplicaciones de las TIG en las ONG

De Construmatica


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La implantación de un SIG en una ONGD no está exenta de dificultades.

La habitual escasa disponibilidad de recursos (económicos, materiales, humanos…), unida al carácter "estacional" de muchos de ellos, en ocasiones puede alejar la posibilidad de instaurarlos y, en caso de ponerlos en marcha, condenarlos a cierta marginalidad y a una insegura continuidad.

A menudo, estas herramientas representan una cierta "sofisticación" para un personal habitualmente poco experimentado en técnicas espaciales.

A ello habría que añadir el elevado índice de rotación (laboral, espacial) del mismo, que provoca a su vez ... cambios y adaptaciones continuas a las dinámicas de trabajo y pérdida de memoria histórica de la organización... (Ortega, 1994), algo que no favorece los procesos de implantación que siempre suelen ser a largo plazo, y que exigen de una cultura organizacional bien definida y arraigada. Es decir, obstáculos generales a los que, especialmente en el caso de las ONGD, se añaden otros relacionados con la disponibilidad y calidad de la información geográfica, más aún en su formato digital.

Este problema es general y se puede hacer extensible a cualquier ámbito y para cualquier parte del mundo, pero agravado en regiones en desarrollo, que son el campo tradicional de operaciones para las ONGD. En éstas, los datos en formato digital son escasos todavía, y cuando los hay, la calidad, actualidad o el nivel de detalle son deficientes.

Esas condiciones, provocan otro de los problemas al momento en que una ONGD opta por emplear SIG en sus proyectos. Muchas de sus intervenciones requieren de información muy precisa y con frecuencia referida a unidades espaciales más allá de los tradicionales límites administrativos (asentamientos de población, viviendas, equipamientos…), y no fácilmente disponible.

Solucionar carencias en este sentido obligaría a las propias ONGD a emprender el trabajo de recogida de información (los GPS serían la herramienta idónea), con el esfuerzo añadido que ello supone.

La recogida, preparación e integración en el SIG de la información –la ya existente y la de nuevo cuño– va a exigir a las ONGD una inversión adicional de tiempo, pero también de recursos económicos que muchas organizaciones, o no pueden o no están dispuestas a realizar, porque no tienen o no quieren gastar recursos que pueden destinarse a otros fines más claramente "humanitarios", o porque no disponen de tiempo suficiente ni de medios para dedicar a estas tareas.

Ante la falta de información actual y de calidad, también un recurso lógico es acudir a la teledetección.

Pero el uso generalizado de imágenes de satélite, tanto en formato digital como en papel, todavía se ve obstaculizado por costes de adquisición privativos para muchas organizaciones y para la mayoría de los usuarios del mundo en desarrollo (Burke, 1995). Y estos costes se van incrementando a medida que se precisan imágenes de mayor resolución (espacial y temporal).

La formación y el entrenamiento es otro de los problemas a destacar y considerar a la hora de implantar el SIG en la actividad de las ONGD.

Aquí, de nuevo, la escasa disponibilidad de tiempo o recursos económicos complica que entre su personal se puedan establecer planes de formación adicionales a los que tienen que ver con la propia actividad humanitaria. No obstante, Douglas-Bates (2003) aconseja a aquellas organizaciones que no puedan asumir estos costes que busquen voluntarios en la empresa privada o del mundo académico, que utilicen ya estas tecnologías, y que estén dispuestos a ofrecer entrenamiento y formación, así como a colaborar en la implementación del SIG en la organización.

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