Introducción. Búsqueda de la Calidad en Acción Humanitaria

De Construmatica


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La imagen de enormes aviones cargados con plantas potabilizadoras de agua, hospitales de campaña, sofisticados sistemas de comunicación por satélite, complejas raciones alimenticias o innovadoras soluciones de alojamiento que sustituyen las clásicas tiendas de campaña es ya habitual tras cada desastre de gran magnitud. A veces, incluso costosos helicópteros colaboran en las tareas de transporte o se hace uso de dispositivos térmicos para la búsqueda y rescate de personas.

A primera vista, tenemos la impresión de que el sector humanitario, sobre todo en lo que a emergencias se refiere, es el que más ha incorporado el uso de tecnologías dentro de la cooperación internacional para el desarrollo.

Esta es sólo una parte de la historia; con frecuencia el trabajo humanitario se mueve en la escasez y los medios para atender a las víctimas de los desastres son precarios y no precisamente de última generación. En esas ocasiones, el uso eficaz y eficiente de recursos es fundamental para asegurar la cobertura de las necesidades, al menos de las más básicas. Han sido estas tremendas disparidades en la asignación de recursos para responder a las crisis lo que ha dado lugar a muchas de las iniciativas de calidad de la acción humanitaria emprendidas en este sector en los últimos años.

Suele decirse que el post genocidio de Ruanda en 1994 fue el punto de inflexión en la comunidad humanitaria para plantearse las cosas con más rigor y apostando por la calidad, y se atribuye a la evaluación multiagencias liderada por DANIDA (agencia danesa de desarrollo) haber sido la base para estos cambios (AA.VV: 1996 y 1997).

Siendo eso cierto la constatación de que el sistema internacional de respuesta a desastres y conflictos no funcionaba y que era necesaria una profunda reforma -de conceptos y de instrumentos- es, en nuestra opinión, bastante anterior y las guerras en Etiopía, Mozambique, Angola o Balcanes así lo indicaban.

En cualquier caso, en este escenario a veces contradictorio, el sector humanitario ha dado muestras de una gran vitalidad, de la que es buena prueba la puesta en marcha de iniciativas de calidad, evaluación y mejora, así como la incorporación de innovaciones tecnológicas para hacer frente a las necesidades básicas.

Este artículo pretende dar una panorámica global de estas cuestiones, analizando y poniendo en contexto el reto de conseguir una utilización adecuada de las tecnologías en la respuesta a las crisis.

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