¿Qué Entendemos por Preparación y Mitigación de Desastres Naturales?

De Construmatica


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Tres Estrategias Básicas

Las distintas aproximaciones a la reducción del riesgo de desastres coinciden en establecer tres estrategias básicas:

  • La prevención,
  • La mitigación y
  • La preparación.

Prevención:

La prevención corresponde a las actividades destinadas a proporcionar protección permanente frente a los desastres (eliminación del riesgo). La mitigación se refiere a las medidas que tienen como objetivo reducir el impacto del desastre en la sociedad y en el medio ambiente, actuando sobre las causas que lo provocan (peligro y vulnerabilidad).

Por último, la preparación es la capacidad para predecir, responder y afrontar los efectos de un desastre, incidiendo sobre los efectos que provoca.

Por ejemplo, se puede pensar en una población en la ribera de un gran río que sufre constantes inundaciones. Dada su situación de vulnerabilidad específica (casas de barro, cultivos cercanos al río, captación directa de agua del río para beber sin ningún tipo de protección), cuando la catástrofe ocurre (crecida del río), se convierte generalmente en un desastre (pérdidas de vidas y bienes materiales, de medios de vida, de vivienda, etc.). Intervenciones tales como la reubicación permanente de las poblaciones fuera de las zonas de inundabilidad o la construcción de diques para impedir el desbordamiento del río podrían reducir en gran medida el riesgo de afectación de potenciales inundaciones.

Estas últimas serían consideradas acciones de prevención (a pesar de que nunca podemos hablar de riesgo cero).

Mitigación:

También podemos pensar en un plan de reforestación para los árboles que evite la erosión y reduzca las velocidades cuando el río se desborda. Con estas medidas, no estamos impidiendo la catástrofe (el río se desborda de igual forma), pero la población reduciría su vulnerabilidad específica (disminuyendo el impacto del desastre), lo que se considera una acción de mitigación.

Preparación:

Por último, la población puede construir un refugio en un lugar alto y hacer un plan de evacuación. En este caso se trata de un reconocimiento de que el desastre va a ocurrir, implementando una actividad de preparación. La preparación comienza con la creación de diversos mecanismos que permitan tanto la predicción de las catástrofes como una respuesta rápida y efectiva cuando éstas se desencadenan, de forma que se pueda minimizar la pérdida de vidas humanas, así como los daños materiales, económicos y medioambientales, facilitando además las posteriores intervenciones de rehabilitación.

Algunos ejemplos son los sistemas de alerta temprana (SAT), los planes de contingencia, la capacitación, las acciones de simulacro o los mapas de vulnerabilidad.

En este sentido, toda intervención de preparación debe tener en cuenta el empoderamiento de la comunidad y su derecho a participar como factores de importancia central en la gestión de la crisis.

Una buena preparación puede marcar una diferencia sustancial en términos de impacto de un evento extremo. Así, el huracán Michelle que se abatió sobre Cuba en noviembre de 2001 fue la tormenta más violenta desde 1944. Sin embargo, sólo murieron cinco personas. La eficacia de la defensa civil y de la planificación de la Cruz Roja garantizaron la evacuación de 700.000 personas a refugios de emergencia. En el ámbito técnico, en La Habana se cortó el agua y la electricidad para evitar que hubiera muertos por electrocución y contaminación por aguas residuales.

Previamente, se había instruido a la población para que constituyera reservas de agua y limpiara las calles de escombros que podían causar daños.

La mitigación persigue la reducción del impacto a través de la reducción o disminución del riesgo. La mitigación parte del supuesto de que no es posible controlar totalmente el riesgo pero que es posible disminuirlo incidiendo sobre los factores que lo definen: peligro (entendido como el factor de riesgo externo que representa un posible evento natural, antropogénico o tecnológico) y la vulnerabilidad de la población.

Constituyen acciones de mitigación todas aquellas que tienen por objetivo:

  • La alteración y/o reducción del peligro natural.
  • La reducción de la vulnerabilidad de los elementos de riesgo.
  • El aumento de las capacidades de la población y de los estamentos responsables.

Por ejemplo, en el caso de terremotos, diversos estudios de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de Naciones Unidas (ISDR, www.unisdr.org) muestran que el 75% de las muertes está causado por derrumbes de edificios, mientras que en las inundaciones las muertes ocurren por ahogamiento en torrentes de aguas rápidas o turbulentas.

En estas situaciones, acciones de carácter estrictamente técnico y normativo sobre la construcción de los edificios o sobre la planificación del territorio para evitar núcleos urbanos en zonas inundables pueden reducir significativamente el impacto de estos eventos.

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