Fuentes de Luz

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Eficacia

Existen diferentes fuentes de luz que emiten una cantidad determinada de lúmenes por cada vatio de electricidad consumida. A esta relación de lúmenes por vatio, se la denomina eficacia.

Las lámparas incandescentes modernas constituyen uno de los grandes inventos en el campo de la iluminación que significan un salto en relación a todas las otras fuentes de luz más antiguas, pero ineficaz por ejemplo en relación a las lámparas de descarga como las fluorescentes, de sodio o de halogenuros metálicos.

La Eficacia Luminosa de cada lámpara se indica en un rango pues la eficacia depende de varios factores, entre ellos la potencia eléctrica.

Son de mayor eficacia las lámparas de alta potencia frente a las de baja potencia.

Tomemos como ejemplo una lámpara de 100 vatios y comprobaremos que emite mucha más luz que combinando dos de 50 vatios. También debemos considerar la distribución espectral en la efectividad de las lámparas. Aún así, las lámparas con luz más blanca de mejor calidad, no tienen más alta eficacia. Ver Eficacia Teórica Máxima.

Fuentes de Iluminación Artificial

Se indican a continuación las fuentes de iluminación artificial ordenadas de menor a mayor según su eficacia:

Lámparas de Filamento. Incandescentes y Halógenas

La lámparas incandescentes siguen siendo populares principalmente por su bajo coste, variedad en potencias, tipos y medidas.

Estas lámparas, de fácil recambio, permiten reajustar su intensidad y forma de iluminar. La lámpara incandescente posee un filamento de tungsteno que al calentarse con el flujo de la corriente, emite luz. Cuanto mas se calienta, más luz emite y mayor es la temperatura de color de la misma. En realidad, así se acorta la duración de la lámpara. En su mayoría, las lámparas de larga duración están diseñadas para voltajes más elevados que el de funcionamiento; su duración se debe a que funcionan a temperaturas más bajas. No obstante, se consigue una duración mayor reduciendo la emisión de luz y la eficacia. Estas lámparas son poco económicas.

Una lámpara incandescente común tiene una vida media aproximada de 1000 horas; en cambio, una lámpara de larga duración llega a 3000 horas de uso.

Las incandescentes tienen una vida corta en relación a las lámparas fluorescentes, que alcanzan las 10.000 horas de uso y las lámparas de descarga de alta intensidad llegan a 20.000 horas de vida.

Las lámparas incandescentes ennegrecen la ampolla de vidrio por la evaporación del filamento de tugnsteno. Esta evaporación puede controlarse al agregar elementos halógenos a los gases inertes de la lámpara. Por ello puede soportar temperaturas más altas sin reducir la vida de la lámpara. Estas son las denominadas lámparas halógenas o de cuarzo. Estas lámapras de tamaño reducido emiten una luz intensa y son adecuadas para iluminación puntual o focalizada.

Una ventaja de estas lámparas es que permite el control óptico. Una fuente emisora de luz puntual en el punto focal de un reflector parabólico emite un haz de luz paralelo. Los downlights incandescentes pueden generar mucho gasto si se emplea la lámpara equivocada. Por ejemplo, si en un dowlight diseñado para una lámpara reflectora se coloca una incandescente común, la luminaria casi no dará luz.

Lámparas de Bajo Voltaje

Las lámparas de bajo voltaje (de 5,5 o de 12 voltios) poseen filamentos más pequeños que las lámparas de 220 voltios y tienen un haz de luz más puntual que las bombillas clásicas.

Los haces emitidos pueden ser muy estrechos, con un ángulo de 5 grados, en comparación con las lámparas comunes de 220 voltios que producen haces de luz con un ángulo de 20 grados o más anchos aún.

Por esta razón se emplean las lámparas de bajo voltaje, para iluminar, resaltar y dar acento a un objeto, por ejemplo una pieza de arte. Por otra parte, ahorran energía ya que el haz estrecho ilumina selectivamente el objeto a iluminar, perdiendo un mínimo de energía.