Encargado de Obra: Hacia una Mejor Calidad

De Construmatica

LogoFLC.PNG Nota: Este artículo ha sido creado gracias a la Fundación Laboral de la Construcción en el marco del Programa de Afiliados de la Construpedia. El contenido pertenece a la publicación Encargado de obra. Parte común. Calidad y medio ambiente y prevención. 1ª Parte: Calidad y medioambiente. disponible en el sitio web Fundación Laboral de la Construcción

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Hacia una mejor calidad

La calidad ha ido evolucionando; con el tiempo se ha ido cambiando y los objetivos han ido moviéndose.

La inversión en calidad es una inversión rentable siempre en términos sociales, pues permite el avance de la tecnología y la mejora de los procesos. La empresa no puede plantearse la recuperación inmediata de lo invertido; debe hacer un estudio en el medio y largo plazo, aunque los beneficios los percibirá de forma casi automática.


  • El coste

La calidad es satisfacer las necesidades o los deseos del cliente, pero, ¿se puede hacer a cualquier precio? ¿Es lógico? Es una cuestión difícil de resolver y son muchos los que consideran independiente el coste generado por la misma.

La empresa es la responsable en último término de la calidad del producto y, como sabemos, las empresas no pueden renunciar a la variable coste, pues forma parte de su naturaleza y son las leyes del mercado las que imponen esta condición.

¿Estamos ante un callejón sin salida? La respuesta es no. Aparentemente la empresa pierde dinero si se lo gasta en mejorar la calidad. No es tan sencillo; la clave es introducir el coste como inversión.

La empresa invierte en calidad y, ¿qué obtiene a cambio?:

- Minimiza las equivocaciones y por lo tanto no tiene que repetir el trabajo.
- Reduce los gastos al analizar en profundidad el proceso.
- Reduce los desperdicios.
- Aumenta los rendimientos.

Implantar un sistema de calidad implica unos costes importantes que se irán recuperando en la medida en la que se llegue al cliente y éste perciba sus efectos. La empresa mejorará, será más competitiva, más rentable, podrá crecer y generará trabajo.

La calidad no debe entenderse como generadora de costes; se trata de una inversión y como tal sus resultados no deben medirse a corto plazo.


  • El producto y el cliente

Durante muchos siglos, la producción se centraba en el volumen: "si quieren mi producto, hago más, y cuanto más hago, más vendo, tanto buenos como malos productos. Si nadie se queja, yo sigo produciendo".

Más adelante, el productor artesanal introduce el "control del producto" y él mismo separa los productos que no reúnen las condiciones; esto encarece el proceso y reduce las ventas.

Con la llegada de la producción en serie, aparecen las cadenas de montaje y los errores son detectados por inspectores que se colocan al final de la misma; este sistema es muy costoso, pues es un control continuo y sistemático. El análisis de los errores y la necesidad de no encarecer demasiado el proceso hacen que se seleccionen ciertos productos y se haga un estudio estadístico sobre la muestra que se ha tomado.

La calidad ha sufrido una evolución que está claramente ligada a las mejoras en los métodos de producción, en especial a la revolución que supuso el trabajo en serie y la especialización.

Seguimos teniendo un gran problema: el estudio del producto final hace que nuestras decisiones de rechazo supongan un grave perjuicio económico. Aparece entonces el control de los procesos, que hace que la fabricación de los productos no concluya si algún proceso ha fallado. No sólo evitamos gastos innecesarios, sino que encontramos en qué momento se ha producido el fallo, lo que nos permite establecer los controles y las normas de aceptación en los momentos más importantes.

Evaluar la calidad de un producto al final del proceso genera graves inconvenientes que se pueden minimizar si descomponemos el mismo en fases y vamos aplicando un control sobre cada una, es decir, sobre los productos parciales.

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