Una Puerta a la Esperanza. Análisis de las Perspectivas Energéticas Mundiales para el Próximo Cuarto de Siglo

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En la década de los noventa, el International Institute for Applied Systems Analysis juntamente con el World Energy Council desarrollaron una serie de escenarios energéticos pera todo el siglo XXI (WEC 2000, PNUD 2000).

Un escenario es una modelización de cómo podría ser el futuro dadas unas ciertas condiciones.

Una familia o conjunto de estos escenarios (el llamado caso C) es perfectamente compatible con el desarrollo sostenible:

Se reduce en gran medida la intensidad energética, mejora muchísimo la equidad en el acceso a la energía, a la vez que permite un desarrollo económico global con tendencia a un mejor reparto de la riqueza, y se reduce el impacto ambiental, desde el nivel doméstico (con la eliminación del uso tradicional e ineficiente de la biomasa) hasta el cambio climático (con una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero).

Estos escenarios son incompatibles con las tendencias actuales; se basan en un gran avance tecnológico y en una cooperación internacional sin precedentes centrada en la protección del medio ambiente (a todos los niveles) y en una gran reducción de las desigualdades a nivel de países y regiones (tanto económicas como ecológicas).

¿Cuales son las condiciones que hacen posible estos escenarios?

Por una parte, la implicación de los gobiernos en la aplicación de políticas que favorezcan el desarrollo y la implantación de formas más limpias de energía (entre ellas, claro está, las renovables). Por otra, la imposición a nivel mundial de tasas sobre las energías más contaminantes, con inversión de los ingresos generados en la mejora de las infraestructuras energéticas en los países menos desarrollados.

Cabe decir que, dadas las condiciones favorables, los cambios no se producirían inmediatamente, ya que la inercia de los sistemas energéticos es muy grande: el tiempo de vida de las infraestructuras energéticas es muy largo y han de pasar décadas, desde que se empieza a actuar, para sustituir completamente algún tipo de aprovechamiento energético por otro.

Se ha hecho ya un primer paso, aunque tímido, que hace pensar que un futuro alternativo aún es posible.

La aplicación del Protocolo de Kioto, con sus Mecanismos de Desarrollo Limpio, que permiten obtener bonos de emisión de gases de efecto invernadero en los países industrializados a cambio de la inversión en energías limpias y en mejoras de la eficiencia en países en vías de desarrollo, abre la puerta a la esperanza.

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