El Trabajador y el Entorno de Trabajo


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Introducción

La dificultad de proteger a los operarios contra el riesgo de exposición al amianto puede agravarse cuando las condiciones de trabajo entrañen, además, otros factores como pueden ser las temperaturas extremas. En los trabajos en talleres o laboratorios con zonas de emisión de calor o en confinamientos que reciban luz solar directa pueden alcanzarse temperaturas elevadas; por el contrario, si no se dispone de calefacción en el área de trabajo o en períodos o climas fríos, pueden experimentarse temperaturas bajas.

Además, el uso de trajes herméticos o impermeables puede dificultar la pérdida de calor del cuerpo y, junto con cargas de trabajo elevadas, puede dar lugar a enfermedades relacionadas con el calor, incluso en climas relativamente templados. Por otra parte, el uso de agua para el desmontaje húmedo crea una atmósfera húmeda que limita la pérdida normal de calor del cuerpo a través de la evaporación del sudor. Además, las temperaturas elevadas pueden tentar a los operarios a aflojarse la ropa, reduciéndose así la eficacia de la protección contra la contaminación por amianto.

En temperaturas bajas, es posible que el mono desechable utilizado en el desmontaje de amianto ofrezca una protección relativamente baja. Las actividades iniciales de desmontaje, que exigen un importante esfuerzo físico, pueden generar un calor metabólico considerable, pero las de la limpieza final, más delicadas, generan relativamente poco calor metabólico, y los problemas derivados del frío adquieren más importancia.

El Trabajador

La condición física del trabajador puede influir también en su capacidad de trabajar con seguridad en estos entornos.

Los cambios experimentados por el trabajador pueden repercutir en su capacidad de llevar y utilizar el equipo de protección respiratoria; así, por ejemplo, una barba incipiente o una pérdida de peso pueden influir en el ajuste a la cara de un equipo respiratorio.

Por lo que respecta a las trabajadoras embarazadas, es importante que tengan en cuenta que su condición puede influir en aspectos tales como el ajuste a la cara del equipo de protección respiratoria o su capacidad física para soportar temperaturas extremas.

El Tipo de Trabajo

Las afecciones musculoesqueléticas son la principal causa de problemas ocupacionales de salud y de bajas por enfermedad en el conjunto de la UE. La manipulación manual es una de las causas más importantes de dolor de espalda relacionado con el trabajo. El cumplimiento de las disposiciones de la Directiva comunitaria sobre la manipulación manual de cargas (90/269/CEE) debería contribuir a minimizar este riesgo en los trabajos con amianto. El hecho de adoptar posturas forzadas durante el trabajo (trabajar encorvado o torcido) puede provocar dolor de espalda, que podría agravarse si se trabaja en ambientes fríos.

La fuerza, la postura y la repetición son tres factores que pueden favorecer la aparición de dolores y lesiones en las extremidades superiores. Entre los aspectos prácticos que pueden incrementar el riesgo, cabe señalar el uso de herramientas manuales mal diseñadas, la repetición de trabajos que entrañen la flexión y la extensión de la muñeca, y los trabajos de larga duración con los brazos en alto.

Los dolores o lesiones musculoesqueléticos pueden distraer al operario y hacer que se olvide de verificar si su equipo de protección respiratoria se mantiene correctamente ajustado a su cara.

El Entorno de Trabajo

Ambientes calurosos

Entre los efectos adversos para la salud derivados del trabajo en temperaturas elevadas, pueden señalarse los siguientes:

  • las quemaduras producidas por el contacto con superficies calientes o calor radiante;
  • los efectos superficiales, como la hinchazón de pies y tobillos o las erupciones provocadas por el calor;
  • los desfallecimientos, debidos a una reducción de la presión arterial en el cerebro (que pueden llegar a ser graves si se mantiene a la persona en vertical), y que entrañan el peligro obvio de las lesiones provocadas por caídas y la dificultad de ayudar a un operario inconsciente que lleve puesto un equipo respiratorio;
  • los calambres musculares, las náuseas y los vómitos, debidos a la pérdida de sal provocada por una sudoración excesiva;
  • el agotamiento debido al calor, como consecuencia de la deshidratación provocada por una sudoración excesiva, que puede presentar los síntomas siguientes:

cansancio, sensación de mareo, náuseas, dolor de cabeza, dificultades para respirar, sed extrema y calambres musculares;

  • el golpe de calor, una condición aguda y potencialmente fatal causada por una subida de la temperatura corporal superior a 40 °C; esta afección puede presentarse repentinamente sin presentar síntoma alguno o ir precedida de dolor de cabeza, vértigos, sensación de confusión, mareo, desasosiego o vómitos.

Entre las medidas que deben tomarse para minimizar los riesgos de los trabajos en ambientes térmicos, pueden indicarse las siguientes:

  • reducir al mínimo las fuentes de calor (por ejemplo, apagando la fuente de calor siempre que sea posible);
  • limitar la conducción y la radiación de calor (por ejemplo, utilizando calorifugados para proteger las superficies calientes o escudos térmicos para desviar el calor radiante);
  • incrementar las tasas de recambio de aire (aumentando la ventilación por aspiración general o localizada);
  • enfriar el ambiente (por ejemplo, con aire del exterior, con trajes de suministro de aire comprimido o con equipos de aire acondicionado);
  • recurrir al enfriamiento localizado mediante ventiladores portátiles (teniendo cuidado de que no levanten polvo);
  • establecer turnos de trabajo y descansos regulares en una zona más fresca;
  • evitar la deshidratación mediante el suministro regular de agua antes de iniciar los trabajos, durante los descansos y al término de los trabajos;
  • impartir formación que permita sensibilizar a los trabajadores acerca del estrés térmico, los síntomas, las prácticas seguras y los procedimientos de emergencia;
  • controlar las condiciones térmicas y el estado de salud de los trabajadores (por ejemplo, midiendo la temperatura corporal) con ayuda de profesionales sanitarios.

Existen dos normas europeas (EN 27243 y EN ISO 7933) que pueden ser de utilidad para llevar a cabo una evaluación del riesgo sobre los efectos de los ambientes calurosos. La norma EN 27243 es más fácil de aplicar, pero no incluye ninguna disposición relativa a la ropa o los equipos de protección personal y respiratoria, mientras que la norma EN ISO 7933 trata los efectos derivados de cubrir la piel pero no así la permeabilidad de las prendas de ropa.

Una norma británica (BS 7963) proporciona orientaciones relativas a los ajustes que deben hacerse para tener en cuenta el impacto térmico de los equipos de protección personal.

Ambientes fríos

Por lo que respecta a los trabajos en ambientes fríos, la norma ISO/TR 11079 proporciona orientaciones sobre el aislamiento requerido para la vestimenta, y la norma ISO 9920 aborda las características térmicas del conjunto de ropa. Los trabajos de notificación obligatoria con materiales que contengan amianto en ambientes fríos pueden hacer necesaria la utilización de ropa interior desechable bajo los trajes desechables o lavables.

La exposición a bajas temperaturas sin una protección adecuada puede provocar una hipotermia. La hipotermia consiste en la disminución de la temperatura corporal hasta provocar alteraciones en las funciones musculares y cerebrales. La hipotermia leve (temperatura corporal entre 37 °C y 35 °C) provoca leves temblores involuntarios y dificulta la realización de acciones motoras complejas (aunque no impide hablar o caminar) y, debido a la vasoconstricción, reduce el flujo de sangre a la superficie del cuerpo. La hipotermia moderada (temperatura corporal entre 35 y 34 °C) provoca aturdimiento, pérdida de control (particularmente en las manos) para llevar a cabo acciones motoras precisas, dificultad al hablar, comportamiento irracional y una actitud de desinterés por lo que sucede.

Obviamente, es probable que estos síntomas aumenten el riesgo de empleo incorrecto de las herramientas o de los equipos de protección, incrementando así el riesgo de exposición al trabajar con amianto.

La hipotermia aguda puede conducir rápidamente a la muerte.

Si usted emplea a personas cuyo trabajo pueda entrañar una exposición al amianto en condiciones similares a las descritas en el presente capítulo:

  • debe controlar el estado de los operarios y disponer de un sistema que le permita garantizar que no se ponga en peligro su seguridad (asegúrese, por ejemplo, de que la eficacia de los equipos de protección respiratoria no disminuya debido a la barba incipiente de los operarios o vuelva a evaluar la elección del equipo de protección respiratoria de un operario en caso de que su condición física varíe notablemente);
  • debe tener en cuenta las dificultades prácticas con el fin de reducir al mínimo el riesgo de que los trabajos en cuestión sean causa de trastornos musculoesqueléticos o impidan un uso adecuado del equipo de protección respiratoria;
  • debe tomar medidas eficaces para crear unas condiciones térmicas tolerables en el lugar de trabajo, tales como:
  • el uso de sistemas de refrigeración o calefacción;
  • la protección de los elementos calientes mediante calorifugados;
  • el uso de ropa de protección apropiada;
  • la ventilación adicional;
  • un horario de trabajo que incluya los descansos necesarios, y
  • debe organizar los controles necesarios para verificar el bienestar de los operarios.

Si su trabajo entraña una posible exposición al amianto y condiciones de trabajo particularmente difíciles desde el punto de vista físico (debido a la temperatura o a la naturaleza física del trabajo):

  • debe ser consciente de la importancia de mantener la protección contra la exposición al amianto;
  • debe mantenerse alerta por lo que se refiere a los efectos de los ambientes calurosos, y utilizar los equipos que se han puesto a su disposición para protegerlo contra estas condiciones (aislamiento protector, ropa protectora, ventilación adicional, descansos regulares y beber agua en los descansos y antes de empezar a trabajar);
  • debe utilizar la protección que se ha puesto a su disposición para protegerlo contra los ambientes fríos (calefacción y, si procede, ropa protectora térmica, descansos necesarios, etc.);
  • debe seguir siempre las mejores prácticas, tal como se recomienda en la presente guía, para protegerse contra los riesgos de exposición al amianto.

Si es usted inspector de trabajo, debe:

  • tomar medidas eficaces para paliar el estrés térmico;
  • comprobar si es posible que las condiciones de trabajo impidan un uso eficaz del equipo de protección respiratoria;
  • verificar el cumplimiento de los reglamentos nacionales sobre estas cuestiones.

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