Logo IFTEM.gif Nota: Este artículo ha sido creado gracias al IFTEM en el marco del Programa de Afiliados de la Construpedia. El contenido está disponible en el sitio web de IFTEM

¡Atención! Esté artículo está sujeto a Derechos de Autor.



El hombre es un ser vivo de temperatura constante, esto implica que la biología humana no tolera variaciones apreciables de temperatura especialmente de algunos órganos críticos determinados (cerebro, hígado, etc.).


La exposición al calor presenta, en comparación con la mayoría de los restantes contaminantes que podemos encontrar en el medio ambiente de trabajo, dos características diferenciales importantes.


La primera consiste en la agresión térmica interna, que no es solamente la consecuencia de un medio ambiente hostil, sino que se origina también en el propio organismo humano debido a su propia actividad física.

La segunda característica peculiar de la exposición al calor es la gran resistencia que posee el organismo humano para hacerle frente, si se compara con la pequeña o ninguna capacidad que tiene para enfrentarse a otras agresiones, como las de origen químico.

Respuesta fisiológica frente al calor

Cuando el organismo humano se ve sometido a una agresión térmica intensa comienzan a actuar los mecanismos de la termoregulación, el objetivo de los cuales es mantener bajo control la temperatura interna del cuerpo.


El primer mecanismo que se pone en marcha es el incremento de la circulación de la sangre en las proximidades de la piel (circulación periférica). El objetivo de esta acción es permitir que la sangre transporte el calor excesivo acumulado en el interior del cuerpo hacia la piel y allá donde pueda refrigerarse en contacto con el aire (más frío habitualmente que la sangre). Este aumento de la circulación implica una sobrecarga del corazón y del sistema circulatorio en general, por lo cual esta circunstancia, esta contraindicada en personas con problemas circulatorios o cardíacos que realizan actividades en ambientes extremadamente calurosos.


El segundo mecanismo que empieza a actuar es el del sudor; es importante destacar que el simple hecho de sudar no tiene un efecto refrigerante por sí mismo. Este efecto solo se produce si el sudor se evapora, cosa que solo se produce si el aire tiene un grado de humedad suficientemente bajo. Así pues, la eficacia fisiológica (refrigerante) del mecanismo biológico de defensa, como es el sudor, esta condicionada por las condiciones ambientales (la humedad y, en menor medida, el movimiento del aire).


Cuando el sudor depositado sobre la piel, se evapora, el calor necesario para ello (unas 600 kilocalorías/kg.) lo toma de la piel, refrigerándola. Este efecto se transmite a la sangre que circula a través de la piel que es, a su vez, refrigerada.


Una de las características más peculiares de la respuesta fisiológica del hombre frente a la exposición del calor, es la que se conoce como la aclimatación. La aclimatación se puede definir como la disminución del coste fisiológico que implica una determinada exposición cuando se repite durante unos cuantos días sucesivos. La aclimatación se manifiesta a través de la disminución del ritmo cardíaco, el incremento del sudor y la reducción de la concentración salina.

Efectos patológicos del calor sobre el hombre

Los efectos de la exposición intensa al calor se presentan de forma relativamente brusca y provocan consecuencias difíciles de controlar. El más grave de estos efectos es el conocido como "golpe de calor" en el que se produce una interrupción brusca de sudor, a pesar de encontrarse en condiciones de calor extrema. En tal circunstancia, la temperatura interna del cuerpo aumenta rápidamente y, si no se efectúa un tratamiento rápido y adecuado para rebajarla, puede sobrevenir la muerte.


Otros trastornos de menor gravedad son el síncope térmico, la deshidratación y ciertos trastornos de la piel.

Artículos Relacionados