La Caracterización de la Evolución de los Servicios Urbanos. El Acceso a los Servicios Urbanos y la Urbanización en los Países del Sur

De Construmatica

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La Dimensión Espacial

Desde una perspectiva espacial no es lo mismo un asentamiento rural que uno urbano.

Asentamiento Rural

Cuando un asentamiento es de baja densidad y con edificaciones aisladas, las viviendas deben asegurarse sus necesidades básicas de forma individual. Éstas se concretan en la protección frente las aguas pluviales ante la posibilidad de inundación del terreno, el abastecimiento de agua gracias a un pozo o una fuente natural, la gestión de los residuos normalmente con una fosa séptica o letrina, y la satisfacción de las necesidades de energía a través de fuentes como el carbón, la madera u otra fuente de energía alternativa.

Asentamiento Urbano

Cuando los asentamientos se concentran en un espacio acotado, especialmente en las ciudades, resulta imprescindible introducir redes de servicios urbanos. Es lo que Dupuy denomina el paso de la ciudad de proximidad a la ciudad en red (DUPUY, 1991).

Del Campo a la Ciudad

Este proceso se inició de forma masiva a mediados del siglo XIX como resultado de la revolución industrial, que llevó consigo la emigración del campo a la ciudad. En este nuevo escenario, las redes aparecieron como operadores en forma de una cooperativa, una empresa o la propia administración en el que los habitantes delegaban para organizar el acceso al servicio correspondiente. Así por ejemplo, y para el servicio del agua, los habitantes delegaban en una compañía que construía un depósito abastecido por una fuente natural por bombeo. A partir del depósito, el operador construía a su vez una red de canalizaciones para la distribución a cada una de las viviendas, y gestionaba finalmente el cobro del servicio ofrecido.

En la transición del campo a la ciudad, la necesidad de funcionar en red apareció rápidamente, pero durante décadas los usos y prácticas siguieron siendo propias de una sociedad rural. Los habitantes llegados a las aglomeraciones urbanas continuaban con el uso de las letrinas para el saneamiento y con el uso de las fuentes naturales o pozos de agua para el abastecimiento. La ausencia de redes de servicios urbanos provocaba una precariedad de los servicios debido a que las letrinas contaminaban los pozos de agua y generaban enfermedades y epidemias. A ello se añadía en muchas ocasiones que las nuevas zonas urbanas no disponían de protección frente a las aguas pluviales, convirtiéndose en zonas inundables.

Primeras Respuestas a las Necesidades de Servicios Urbanos

Las propuestas de Chadwick en el Londres de 1844, de Belgrand en el Paris de 1852, de García Faria en la Barcelona de 1881 representaron las primeras respuestas a las nuevas necesidades de servicios urbanos para las ciudades europeas (MAGRINYA, 2003).

Por otro lado, el proceso de la emigración del campo a la ciudad –y. como consecuencia, del espacio de proximidad al espacio en red- ofrece una distribución de casos diferente según los ámbitos geográficos y la variable temporal. Por ejemplo, en Europa este proceso se vivió principalmente a finales del siglo XIX y, en muchos lugares del sur de Europa, no existió hasta bien entrado el XX. En los países latinoamericanos, en cambio, el paso del campo a la ciudad se realizó principalmente en la segunda mitad del XX y en África este proceso se está acelerando en las dos últimas décadas.

Lo que es común a todos los casos es que en el inicio del proceso se dispuso de unos niveles de calidad del acceso al servicio muy parecidos a los actuales de en muchos países más empobrecidos.

La perspectiva histórica pone de manifiesto, por una parte, que la emigración del campo a la ciudad exige un tiempo para la transformación de unas prácticas espaciales que inicialmente no dejan de ser rurales; por otra, que hay que ser conscientes de que cada aglomeración tiene unos comportamientos espaciales que corresponden a un tiempo y a un espacio distintos, y por ello las actuaciones deberán ser diversas en cada caso. Por tanto, para cada servicio urbano se trataría de conocer en qué etapa se encuentra en el proceso de transición de un espacio de proximidad a un espacio de redes.

La Dimensión Temporal

Desde una perspectiva temporal, se observa que las comunidades evolucionan en la mejora de su calidad de vida y de sus modelos de organización social. En este proceso, las necesidades y los usos de los servicios se han ido transformando, principalmente por la aparición de las redes. Sin embargo, esta modificación viene más condicionada por las características de los usos que por la existencia de redes de servicios. Es muy conocida aquella imagen de granjeros que instalaban una bañera en la vivienda por un mecanismo de distinción social, y no usaban el nuevo artefacto para el aseo, sino para guardar animales.

En una primera aproximación, se puede determinar la etapa temporal de la evolución del tejido urbano usando el consumo del agua como indicador que caracterice las prácticas sociales asociadas a los servicios urbanos y, por tanto, el grado de la evolución de la red. El consumo de unos 20 l/hab. día correspondería a un escenario sin servicio canalizado; alrededor de unos 40 l/hab. día indicaría que el agua es accesible por canalización no directamente a la vivienda, a través de intermediarios y a precios elevados, mientras que los 80 l/hab. día corresponderían a sectores mejor conectados, aunque con niveles económicos bajos.

El consumo de 150 l/hab. día ya sería el propio de una vivienda conectada a la red y con características propias de países desarrollados. Finalmente, el consumo en sus niveles más elevados podría subir hasta los 350-500 l/hab. día si, además, la vivienda dispusiese de piscina y estuviese en una urbanización con, por ejemplo, campo de golf.

Cabe señalar que un consumo sostenible estaría en torno a 150 l/hab. día.

El acceso al servicio del agua siempre existe para cualquier urbanización, sea del Norte o del Sur. Si se trata de analizar con mayor profundidad la etapa temporal en que se encuentra el tejido urbano, habrá que analizar, entre otras variables, el tiempo de acceso (a pie en el caso de no disponer de conexión en la vivienda), el grado de calidad del agua y su relación con la generación de enfermedades, el precio por m3 consumido en cada caso y su relación con el poder adquisitivo, y finalmente la disposición efectiva del servicio ante la existencia de cortes en el caso de conexión a redes.

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