Introducción. Experiencias de Energía Eólica a Pequeña Escala en América Latina

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América Latina cuenta con una larga historia en la utilización de aerobombas para surtir de agua a poblados muy remotos, ganaderos y pequeños agricultores.

En Colombia, en los tiempos del gobierno de Rojas Pinilla (un ingeniero!), se instalaron unos 600 molinos de tipo Aeromotor (múltiples alabes de alta solidez) en la Guajira (costa Atlántica).

A principios de la década de los 70 en este y en otros países surgió un movimiento para desarrollar aerobombas de segunda generación, tratando de reducir el costo al poder prescindir de las cajas de reducción entre la turbina y la bomba de desplazamiento positivo. De la colaboración entre la Universidad de los Andes (Bogotá) y un centro de investigación en los llanos orientales del río Orinoco nacieron dos maquinas ligeras.

Ambas llevaban nombres de pájaros, los molinos Gavilán y los Gaviotas.

Molino Gavilán

Gavilán fue inicialmente comercializado con un rotor cuyo diseño estaba basado en el trabajo de González (1975: 48) con velas rotatorias.

La torre se contruyó con madera, tecnología del usuario, mientras que la cabeza, la transmisión de cable y la bomba fueron suministradas por el fabricante. Para mantener el cable tensado era necesario utilizar un resorte situado en el pozo junto a la bomba, una solución barata, pero que acentuaba la dificultad para el arranque de la máquina con vientos ligeros. Gavilán desapareció del mercado, al menos en parte por la falta de confianza en sus componentes y en parte porque resultó más rentable para el fabricante traer equipos del exterior.

En esa época, la inflación interna anual era del orden del 24%, mientras que la devaluación frente al dólar suponía alrededor de la mitad de esta cifra.

En la década de los 80, el Gobierno tuvo que cambiar esta política, cosa que ocasionó a los importadores y empresas electrificadoras del país grandes problemas.

Molino de Doble Efecto Gaviotas

Durante su estancia en Colombia, el autor presenció también el lanzamiento del molino de doble efecto Gaviotas MV2E (ver más adelante y Burton, 1985)), pero al final este diseño también falló por problemas de fiabilidad: era demasiado liviano y no contaba con sistema de protección, cosa que no importaba tanto en los llanos, pero que resultaba problemático en otras partes del país.

Se logró producir cerca de 7.000 unidades.

La compañía Jober de Duitama, después de ver los problemas de fiabilidad con el MV2E decidió ofrecer una máquina más tradicional y más robusta desde el punto de vista de la torre, pero con algo del MV2E en el rotor (menos álabes y un perfil aerodinámico; o sea, 10 alabes en vez de 5).

Hoy día el molino Jober sigue en el mercado.

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