Una Mirada a la Realidad. Roles de Género en Relación a la Energía

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El concepto de género es visto como una construcción social definida por los diferentes roles de hombres y mujeres en cada cultura y región.

Según Caroline Moser, las mujeres cumplen con un Triple Rol, a saber : Rol reproductivo: actividades relacionadas con las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. P. ej., la recolección y el transporte de leña. Rol productivo: actividades productivas y de generación de ingresos. Por ejemplo, la elaboración de alimentos para su comercialización. Rol comunitario: aquellas actividades relacionadas con el bienestar de la comunidad. P. ejemplo, contribuciones en la escuela, en la iglesia, etc.

Fuente: Moser, 1995.


En la mayoría de los países en vías de desarrollo (PVD), las mujeres son las responsables de las actividades que implican una demanda y consumo de energía, lo que provoca que también deban asumir las enormes cargas – en tiempo, esfuerzo, salud - que de ellas se derivan.

Principales roles de las mujeres en el sector energía

En particular, tienen tres roles principales relacionados con este sector:

1. En primer lugar, como Productoras de Energía, las mujeres y niñas de los países en desarrollo son las principales recolectoras y transportadoras de leña y otros combustibles (residuos agrarios y ganaderos) para satisfacer las necesidades energéticas del hogar.

En los últimos años, la degradación ambiental - deforestación, desertificación y desequilibrio de los ecosistemas ha provocado una situación de escasez energética en muchas zonas de los PVD. Un análisis de género permite observar cómo los efectos de dicha degradación repercuten brutalmente en mujeres y niñas en términos de tiempo y esfuerzo físico, provocando una mayor dedicación a estas actividades (ENERGIA, 2001).

A pesar de esta mayor dedicación, que ocasiona unas jornadas de trabajo diarias más largas que las de los hombres, este trabajo permanece no remunerado y resulta mayoritariamente invisible en las estadísticas energéticas y en las tablas laborales nacionales e internacionales (Cecelski, 2000).

2. En segundo lugar, como Usuarias de Energía, las mujeres son las responsables de las actividades y servicios domésticos que la requieren, tales como cocinar, calefacción, planchar, iluminación, etc. De esta forma, se convierten en las principales gestoras de la energía, influenciando directa e indirectamente el consumo energético del resto de los miembros del hogar.

Pero este papel no se reduce al hogar, las mujeres también participan en tareas y responsabilidades productivas que podrían realizarse de forma más fácil y eficiente si tuvieran acceso a fuentes energéticas más convenientes.

Estas actividades se localizan mayoritariamente dentro del sector informal (venta ambulante de comida, secado de pescado y frutas, cerámica, etc.), y muchas veces son básicas para la supervivencia familiar. La viabilidad de su funcionamiento depende en gran medida de los precios y la disponibilidad de los recursos energéticos (ENERGIA, 2001).

Debe destacar la situación de ciertos grupos de mujeres que se encuentran en circunstancias de mayor vulnerabilidad, por ejemplo las mujeres cabezas de familia, que representan aproximadamente el 30% del total de las familias centroamericanas (UICN, 2004). Estas han sido repetidamente consideradas como las más pobres de los pobres por su situación de escasez de recursos y de falta de oportunidades. Ellas, y en consecuencia sus familias, sufren especialmente las consecuencias de la escasez energética al tener que dedicar más esfuerzos al abastecimiento contando con menos recursos humanos y financieros, y al mantenerse muchas veces invisibles en las planificaciones de desarrollo (Clancy, et al., 2004).

Debido a la importancia para las mujeres de la energía, los debates de política energética han despertado un fuerte interés entre ellas. Sus movimientos y organizaciones se han constituido en actores activos y efectivos en un intento de cambiar algunas de las políticas energéticas, convirtiéndose en determinados casos en un lobby poderoso para persuadir a sus comunidades sobre cuestiones medioambientales y energéticas y, en definitiva, para generar un desarrollo más sostenible.

3. Por lo tanto, en el sistema energético, junto con los de usuarias y productoras, aparece un tercer rol, a menudo obviado, el de Agentes Públicos, Políticos o Comunitarios (Cecelski, 1996).

A pesar de todo lo expuesto, la participación de las mujeres en la toma de decisiones generalmente es escasa o nula (Rukato, 2002).

La aplicación de una perspectiva de género al analizar quién toma las decisiones sobre la distribución y uso de recursos del hogar, incluyendo la energía, conducirá a un número de cuestiones complejas. Hombres y mujeres tienen diferentes grados de acceso y control sobre las fuentes energéticas; incluso cuando las mujeres tienen un cierto acceso, carecen de pleno control sobre las mismas.

Esta descripción nos conduce a que la falta de recursos energéticos afecta de forma diferenciada a hombres y mujeres, y que unos y otros tienen diferentes necesidades y prioridades energéticas, lo que debe tenerse en cuenta en cada uno de los componentes de las intervenciones energéticas para que éstas sean efectivas, eficientes, sostenibles y maximicen la mejora de la calidad de vida tanto de los hombres como de las mujeres.

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