Elementos Aditivos y Perfectibilidad. Cerramientos. Proyecto y Técnica en la Vivienda Contemporánea

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Los Elementos Añadidos a la Fachada

Fachada con adiciones incontroladas de aparatos de aire acondicionado

La fachada descrita en los puntos anteriores cumple estrictamente los mínimos funcionales exigibles. Pero lo cierto es que es previsible que las exigencias funcionales se compliquen en el futuro por la migración hacia el perímetro exterior de muchos otros elementos.

Las razones pueden ser diversas: sus papeles de captación y control serán más complejos, su permanencia en el tiempo o, incluso, la avidez por la relación con el exterior por parte de algunas funciones conocidas o de nuevo cuño.

La fachada no sólo puede filtrar los flujos que la atraviesan, como los del agua, del aire, de los sonidos, de la luz, de la vista y del calor, sino también suplementarlos o potenciarlos cuando las fuentes naturales no son suficientes.

Con probabilidad, la fachada deberá ser equipada con elementos que mejoren su capacidad de control climático (como componentes de ventilación, climatización y control de soleado), con elementos que optimen su acción de captador energético (como posibles células fotovoltaicas) y también lumínico (como los reflectores usados hace muchos años en el núcleo viejo de Barcelona y que hoy se empiezan a difundir en los modernos edificios de oficinas). Sobre todo este equipamiento destaca especialmente la protección -cada día más importante- contra el sol, a causa de la difusión incontrolada de las grandes superficies acristaladas.

El perímetro exterior de la vivienda es uno de sus componentes más invariables en el tiempo, ya que es un límite con el espacio público, regulado por la licencia.

Pero esta condición de perímetro estable ha dado lugar a que se emplacen en él elementos (instalaciones de todo tipo y elementos estructurales) que podrían dificultar transformaciones interiores. Y es que conviene no olvidar que algunas funciones exigen, razonablemente o no, una relación directa con el exterior: el conocido problema del tendedero, que la normativa obliga a situar en la fachada, normalmente con sacrificio de la cocina. Sin embargo, la proliferación de máquinas secadoras desplazará previsiblemente estas funciones hacia zonas interiores; y, en cambio, la concepción cada vez más lúdica del cuidado corporal (en detrimento de la estricta idea de higiene) hace pensar que la disposición de los baños en la fachada no será infrecuente (una ubicación que conducirá a elementos de fachada - baño que nunca hubiéramos podido imaginar).

Domus Demain: baños en fachada (Y. Lion, F. Leclerq, 1984)

La Previsión de Futuras Adiciones

Sería por tanto deseable que las fachadas se proyectaran de manera que fueran posibles estas futuras adiciones.

Frente al cerramiento de la fachada tradicional-ligera o pesada- se debiera pensar en una fachada que, implícitas en su diseño, tuviera diversas formas de crecimiento: la capacidad para recibir las unidades evaporadoras de aire acondicionado; la de duplicación, para hacer frente al ruido o para disponer de una cámara de aire; la de ofrecer una protección solar duradera y eficaz.

Se discute si estas adiciones se han de hacer hacia el interior o hacia el exterior.

En el primer caso se respeta la imagen del edificio pero quedan afectados los locales interiores; en el segundo, es la composición exterior la que puede quedar afectada. Probablemente es una discusión bizantina. La previsión de un ámbito de fachada de un espesor suficiente, en el que los vacíos y los macizos tengan un diseño perimetral controlado, haría banal la diferencia entre las dos formas de crecimiento.

La evidente imposibilidad de prever la exacta conformación de unos elementos constructivos, que quizás hoy ni imaginamos, lleva los razonamientos anteriores a un inmediato corolario:

La utilidad de los elementos de fachada intercambiables.

La posibilidad de que hojas interiores o exteriores o placas completas se puedan cambiar para sustituirlas por otras mejores o más equipadas no es un sueño de la técnica, sino una realidad en algunos edificios industriales o de oficinas.

Sorprendentemente estas reflexiones han vuelto a poner sobre la mesa el tema de la junta universal, que parecía absolutamente abandonado. No obstante, la desconfianza, frente a la capacidad o la voluntad de la industria de garantizar la compatibilidad de elementos, es general. Se ha hecho evidente que, hasta dentro de la misma empresa, el tiempo ha dejado obsoletos muchos elementos por falta de compatibilidad. Como en tantos otros casos, los elementos industriales solamente se pueden insertar en sistemas convencionales que se adecuan a sus normativas particulares.

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