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Consumo de Energía

Como en cualquier actividad de nuestra sociedad, las necesidades de energía de las viviendas se cubren con las fuentes comerciales suministradas a través de los sistemas convencionales, hasta el punto de que la habitabilidad no es reconocida si no existen sistemas que permitan unos mínimos para la cocción de alimentos y la iluminación, aspectos a los que hemos de añadir el acondicionamiento térmico.

Este consumo de energía, cada vez más asociado al concepto de confort doméstico, se cubre hoy básicamente con energía obtenida de la combustión de materiales orgánicos fosilizados.

El consumo sistemático de energía de origen fósil (que en una vivienda estándar con ocupación habitual puede llegar a los 100 kWh/m² anuales) origina una serie de impactos ambientales incompatibles a largo plazo con la sostenibilidad ambiental:

• Emisiones de distintos contaminantes durante la combustión, con efectos globales –como el calentamiento del planeta por el efecto invernadero–, regionales –como la lluvia ácida–, y locales –como la formación de smog, con

los problemas sanitarios consiguientes.

• Consumo de un recurso no renovable, que con las tasas de extracción actuales se agotará pronto.

• Excesiva dependencia de un recurso no local y agotable, que se puede sustituir más fácilmente en la vivienda que en otras actividades también básicas.

Por otra parte, algunas alternativas a los combustibles fósiles, como la energía nuclear, presentan problemas ambientales propios muy importantes.

El objetivo en este ámbito de la sostenibilidad física es la progresiva disminución en el uso de los combustibles de origen fósil (y nuclear).

La utilización de combustibles fósiles y nucleares es el ejemplo paradigmático de la ausencia de sostenibilidad: implica la extracción y consumo de un recurso no renovable y la generación de unos residuos –las emisiones a la atmósfera o las radiaciones activas durante milenios– que afectan gravemente a los sistemas globales que mantienen nuestra vida en el planeta.

Para conseguir el objetivo de reducir el uso de combustibles fósiles existen dos estrategias básicas que se pueden aplicar en diferentes campos de la edificación de viviendas:

Eficiencia energética

Favorecer el ahorro energético a través de la mejora de la eficiencia en los factores que determinan el consumo energético de la vivienda:

• Grado de aislamiento térmico
• Eficiencia de los aparatos y de las instalaciones
• Adecuación del tipo de combustible a cada uso.

Aprovechamiento de las condiciones locales

Aprovechar al máximo las condiciones locales para beneficiarnos de ellas desde el punto de vista energético:

• Inercia térmica
• Ventilación cruzada de las viviendas
• Iluminación natural
• Aprovechamiento de la radiación solar:

1. Captación directa a través de la organización de ventanas y muros
2. Captación a través de colectores térmicos y fotovoltaicos
3. Otros recursos locales (temperatura de los freáticos, etc.)

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