Programa Favela - Barrio. Los Orígenes

De Construmatica


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Durante las décadas de los años sesenta y setenta, los procesos de formación de favelas se enmarcaban en una concepción economicista del fenómeno urbano: las migraciones demográficas, los desequilibrios regionales, y la industrialización.

Consecuentemente, el desarrollo inmobiliario solo era admisible a partir de la lógica del mercado del suelo, de la producción de viviendas por un agente promotor y de la compra-venta o el alquiler, lo que constituye un proceso formal caracterizado por la incapacidad de acceso de una gran parte de la población.

Incluso la propia visión sociológica era capaz de encontrar en ello únicamente la verificación de las reglas que producían las desigualdades sociales en el espacio urbano, reflejo de las desigualdades en la propiedad y en el manejo de los medios de producción.

Por todo ello, tanto las políticas gubernamentales como gran parte de la ideología urbanística dominante solo hallarán una solución: la erradicación de las favelas y el realojo en zonas más ajustadas a los procesos legales, a través de la construcción de viviendas en polígonos, normalmente de promoción pública.

Cuando las favelas empiezan a ser objeto de políticas de erradicación, con la consecuente destrucción de viviendas y traslado de sus habitantes a polígonos de promoción pública, el problema ya alcanzaba una magnitud que no podría ser resuelto por estas políticas de oferta de unidades residenciales: no había inversiones suficientes para trasladar a una población que en Río de Janeiro, por ejemplo, ya era de casi 500.000 personas a finales de los años 60.

Pero lo más importante era que estos nuevos polígonos seguían una lógica distinta de aquella que formó las favelas: lejanía de los centros urbanos, del empleo, con altísimos costes de transporte para una población de bajísimos niveles de ingreso; y, además, las relaciones de vecindad y solidaridad se difuminaban con la dispersión de los vecinos en los distintos polígonos. Muy a menudo el nuevo piso se transformó en un bien de consumo y gran parte de sus habitantes o inquilinos lo vendieron o traspasaron, volviendo a ocupar nuevas favelas. En el ámbito urbanístico, los espacios públicos se deterioraron hasta niveles inadmisibles, creando espacios de degradación social, marginalidad y delincuencia.

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