Las TIG en las ONGD

De Construmatica


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Las iniciativas apuntadas y otras experiencias consultadas a lo largo de la investigación, advierten del especial interés de las nuevas TIG para las ONGD y sus actividades. Son un conjunto de tecnologías diseñadas para realizar operaciones relacionadas con la gestión y el procesamiento de información espacial, en las que se incluyen herramientas como la fotografía aérea, imágenes de satélite y sistemas para su procesamiento, SIG y GPS, entre otras.

En las últimas décadas han experimentado una evolución espectacular: su difusión ha sido muy rápida y son cada vez más los ámbitos en los que se están implantando y aplicando. Sin embargo, en el mundo de las ONGD su introducción y utilización es todavía incipiente, y no se ha profundizado en las enormes posibilidades ni en el potencial que pueden tener en temas y problemáticas humanitarias. Ésto es especialmente evidente, como se ha constatado, en el caso de las ONGD españolas.

A nivel internacional no faltan experiencias. La utilización de estas tecnologías para proyectos de ayuda o cooperación, en algunos casos, se limita a la aplicación de una capacidad muy concreta –levantamiento de información, visualización, etcétera–, o queda restringida a una fase del proyecto general. En otras ocasiones, los proyectos se embarcan en un uso más intensivo de las TIG, y plantean propuestas metodológicas para el análisis de determinados problemas.

Pero la mayoría de experiencias documentadas son de grandes agencias de ayuda, internacionales o gubernamentales (USAID, Naciones Unidas…), a través de sus diferentes agencias y programas. Pocas son las ONGD que, por sí solas, se deciden a emprender proyectos de este tipo, y cuando lo hacen es con el apoyo financiero o técnico de las grandes agencias de ayuda, o en el marco de sus programas.

SIG, teledetección y GPS son las opciones mayoritariamente utilizadas. En principio, estas herramientas parecen adaptarse bien al tipo de actividad que desarrollan las ONGD y, de igual forma, parece que pueden cubrir necesidades de información –particularmente geográfica– que muchos proyectos tienen. La teledetección, junto con los GPS, es una de las principales y más valiosas fuentes de información espacial para numerosas aplicaciones. Ésta hace posible contar con información actual, de forma rápida y en formato digital; algo extremadamente útil para el desempeño de determinadas actividades de ayuda humanitaria o de emergencia ante eventos catastróficos, donde es vital conocer con exactitud, y lo más pronto posible, el área afectada por el desastre, la dimensión real del mismo y sus efectos sobre la población, las infraestructuras, los servicios, los cultivos… De esta forma, contribuye con el objetivo de poder actuar y hacer llegar la ayuda a los damnificados, de forma eficiente y rápida.

La información obtenida a través de GPS –información posicional de elevada precisión– es igualmente de gran utilidad. En situaciones de emergencia, las ONGD necesitan conocer con exactitud dónde se localiza la población damnificada, los servicios, o determinadas infraestructuras que puedan haber sufrido daño o que puedan actuar como puntos en los que centralizar la atención o ayuda a la población.

Tanto la teledetección como los GPS contribuyen de forma efectiva a la actualización cartográfica en regiones donde este tipo de información es escasa, no cubre la totalidad del territorio o no está actualizada; además, es útil para regiones que ven modificado el territorio y sus componentes tras los grandes desastres o crisis.

Toda la información geográfica capturada a través de estas dos técnicas, en la mayoría de las ocasiones acaba siendo integrada y procesada en un SIG, programas diseñados para almacenar, gestionar, manipular y representar de modo gráfico este tipo de información. Éstos, como herramientas con funciones múltiples y con demostrada aplicabilidad en la gestión y análisis territoriales, son la opción más recurrente en las experiencias consultadas.

Entre las ONGD españolas, la situación dista de lo que sucede en otros países de nuestro entorno (ver, por ejemplo, el caso danés, Skov-Petersen, 1997). En este sentido, nuestra experiencia con algunas organizaciones españolas ha evidenciado que éste es un sector que ha quedado rezagado con respecto a otros; pero tarde o temprano, estas organizaciones tendrán que incrementar la presencia de tecnologías espaciales –y en particular de SIG– como apoyo a la planificación, gestión y evaluación de sus proyectos y actuaciones, y para mejorar la toma de decisiones.

Las ONGD han ido adquiriendo un carácter cada vez más profesionalizado, y se han convertido en gestores de una gran cantidad de recursos (económicos, humanos, de información...); para definir y diseñar proyectos y actuaciones de ayuda o cooperación, requieren manejar información abundante y de calidad (mucha de ella puramente geográfica), para aproximarse al territorio y a la población sobre la que actuar (Bosque et al., 2000). La mayoría de tales actuaciones consisten, en esencia, en la prestación de un servicio para localizaciones geográficas específicas, y al igual que cualquier otro planificador, la ONGD necesita evaluar aspectos relativos a cómo acceder al mismo, la adecuación y equidad de su provisión, la eficiencia, eficacia y racionalidad de la gestión y distribución de los recursos disponibles… (Messick, 2004): aspectos en los que los SIG presentan un demostrado potencial a explorar y explotar.

Como afirma Kasturirangan (1999), el empleo de estas tecnologías asegura una planificación y un desarrollo más efectivo de las actividades de ayuda o cooperación, y la toma de decisiones mejoradas y más informadas. Hoy en día, con crisis humanitarias cada vez más complejas y en las que interviene y coopera un amplio número de actores, surge la necesidad de adoptar enfoques innovadores para coordinar la respuesta y todas las actividades destinadas a la reconstrucción; los SIG pueden ser una buena solución (Miner y Onkalo, 2002).

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