Gestión de Recursos. Medida de la Sostenibilidad en la Edificación

De Construmatica


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En lo concerniente a la Gestión de los Recursos, el criterio ordenador de fondo, lo que permite el mantenimiento de la capacidad de satisfacer las necesidades de las generaciones futuras, es el cierre del ciclo de los materiales, que facilita el retorno de los residuos a la calidad de los recursos, renovando así su disponibilidad en el tiempo.

Esta renovación, producida con la ayuda de los sistemas naturales –en el caso de los materiales renovables- o con el reciclaje y la minimización -en el caso de los recursos no renovables–, ha de prestar especial atención a la cuestión energética por su trascendencia ambiental. De ahí la importancia de considerar como primera alternativa el uso de las energías llamadas "renovables".

En relación con la conservación de los sistemas naturales, las exigencias derivadas de Bruntland se resuelven, en los sistemas de valoración de la sostenibilidad, por medio de cuatro focos de control y actuación:

  1. la consideración de las afectaciones de los ecosistemas causadas por la implantación del edificio,
  2. la gestión del agua,
  3. la emisión de gases a la atmósfera y
  4. los impactos asociados a la extracción y transformación de los materiales empleados en el edificio.

Dado que los problemas globales de afectación a la atmósfera están en gran parte relacionados con el consumo de combustibles fósiles, y puesto que los impactos ambientales vinculados a los procesos de extracción y conformación de los materiales a menudo quedan minimizados por las estrategias aplicadas a la gestión sostenible de los recursos, dos de estos cuatro polos desempeñan un papel protagonista: la implantación del edificio, en la medida que, como inserción traumática en el medio, altera o puede alterar los sistemas naturales funcionales, y la gestión del agua.

Por otra parte, se han añadido a las demandas estrictas de sostenibilidad condiciones de contorno a menudo discutibles, como la calidad del aire interior – entendida como un conjunto de condiciones ambientales, pero de tipo higiénico-sanitario– o ciertos parámetros de confort que se deben respetar en un entorno de minimización del uso de recursos. Ambos casos suponen demandas normativas ambientales de salubridad y habitabilidad, que en realidad no tienen nada que ver con el medio natural. También aparecen en algún caso demandas de gestión económica puramente crematísticas, de difícil justificación.

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