El Derecho al Agua para Mujeres y Niñas

De Construmatica


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En la Observación General 15 se establece la obligación de los Estados Partes de garantizar el ejercicio del derecho al agua sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, religión, estado…, debiendo prestar especial atención a las personas o grupos de personas que tienen especiales dificultades para ejercer tal derecho, en particular las mujeres por la desproporcionada carga que recae sobre ellas en la obtención del agua, especialmente en los países empobrecidos.

El Informe sobre Desarrollo Humano 1994 sacó a la luz la idea de la seguridad humana con el objetivo de ir más allá de la seguridad nacional, tan protegida y ansiada por los Estados. La seguridad de agua es una parte integral de la seguridad humana y se basa, según el Informe sobre Desarrollo Humano 2006, en "que cada persona disponga de un acceso confiable a una cantidad suficiente de agua limpia por un precio asequible para lograr una vida saludable, digna y productiva, al mismo tiempo que se mantienen los sistemas ecológicos que proporcionan agua y también dependen del agua. Cuando no se cumplen estas condiciones o cuando se interrumpe el acceso al agua, la gente afronta grandes riesgos para la seguridad humana causados por un mal estado de salud y la interrupción de sus medios de sustento".

La seguridad del agua es un principio fundamental de la justicia social: el referido a la igualdad de la ciudadanía, porque una mujer o una niña que dedica muchas horas al día para ir a buscar agua dispone de menos capacidad para participar en la vida de su comunidad. En el caso de las niñas, se quiebra, igualmente, el principio de igualdad de oportunidades porque deben ausentarse de la escuela las horas destinadas a la recogida de agua. En las zonas rurales de Benín, las niñas de entre 6 y 14 años pasan más de una hora al día para ir a buscar agua, los niños, unos 20 minutos, según señala el PNUD.

En Senegal, Mozambique o Uganda, las mujeres deben caminar hasta 10 kilómetros diarios para ir a buscar agua. En Malawi, las mujeres pasan entre cuatro y cinco veces más tiempo que los hombres en esa tarea.

Según el PNUD, las mujeres en África subsahariana dedican alrededor de 40.000 millones de horas anuales a la recolección de agua, cifra que representa el trabajo de un año para el total de la población activa de Francia.

La búsqueda de agua es parte de la división del trabajo según el género. En los países en desarrollo, atender a los hijos, cuidar a los enfermos y a los ancianos, preparar la comida, preparar la tierra para el cultivo, cultivar, recoger la cosecha son tareas "propias" de las mujeres que conllevan muchos horas de trabajo desiguales para hombres y mujeres.

El tiempo es un componente importante para el desarrollo de las capacidades. Como afirma el PNUD, "las demandas excesivas de tiempo para el trabajo esencial llevan al agotamiento, reducen el tiempo disponible para el descanso y la atención de los hijos, y limitan las opciones, es decir, reducen las libertades fundamentales de las mujeres.

También plantean dilemas de opciones desfavorables. ¿Una mujer debe atender a un niño enfermo o pasar horas buscando agua? Las niñas se deben quedar en casa sin ir a la escuela para buscar agua y así las madres pueden cultivar o generar ingresos? ¿o se las debe enviar a la escuela para que adquieran las habilidades y los conocimientos necesarios para escapar de la pobreza?"

Por otra parte, las mujeres no deberían ser discriminadas en los procesos de toma de decisiones en todo lo relacionado con el agua y saneamiento, discriminación que resulta habitual en muchos de los países en desarrollo.

En el Turkestán ruso, según relata el periodista Ryszard Kapuscinski en El imperio, El agua era objeto de especulación, una mercancía del mercado negro. Especulando con ella, la gente ganaba grandes fortunas o se arruinaba. En aquel entonces se impuso una serie de costumbres que solo la Revolución logró abolir. Reservada para hombres casados, la mujer no tenía derecho al agua. El que acababa de ser padre de un hijo varón, lo casaba con una muchacha adulta. Como hombre casado, al recién nacido le correspondía una ración de agua. Era la manera de enriquecerse de aquellas familias en cuyo seno nacían muchos varones. Solo en 1925, el Primer Congreso de los Soviets del Turkestán se promulgó el revolucionario decreto en virtud del cual se prohibía los matrimonios de recién nacidos y se otorgaba a la mujer el derecho al agua.