Transferencia de Tecnología en Energías Renovables

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Si miramos hacia el pasado, podemos apreciar las similitudes entre el enfoque de la tecnología en el sector energético y la transferencia de tecnología en el sector del agua, con tecnologías y enfoques calcados de los modelos utilizados en los países desarrollados.

El objetivo principal consistía en construir una red eléctrica, proyecto que resultaba adecuado para las zonas urbanas, donde se podría operar a mayor escala, y donde se dispondría del asesoramiento técnico suficiente por parte de especialistas de los países desarrollados. También esto simplificaría la importación de equipos o partes de éstos cuando hicieran falta. Sin embargo, en sistemas a menor escala la situación cambia.

Parece que en este caso el objetivo principal era la instalación de sistemas que funcionasen con combustibles, como los generadores diésel.

Salvo contadas excepciones, como el proyecto de Marruecos, la Agencia para el Desarrollo Internacional de los EEUU (USAID) continúa utilizando generadores diesel y opta por ampliar la red eléctrica en sus proyectos.

La Sostenibilidad como Objetivo

Aunque la sostenibilidad es uno de los objetivos primordiales, la Agencia para el Desarrollo Internacional ha tardado mucho en incorporar instalaciones eficientes movidas por energías renovables en sus misiones.

Sólo unas cuantas de las más de cincuenta misiones internacionales llevadas a cabo por el AID disponen del personal adecuado para la implantación de nuevas tecnologías, de manera que siempre se acaba imponiendo el procedimiento convencional.

Pese a que las misiones del AID invertirán cerca de 400 millones de dólares en proyectos relacionados con la energía este año (2001), casi todos ellos dependen y dependerán de los combustibles fósiles.

Se ha producido una importante mejora dentro de las misiones desarrolladas con energías renovables dentro del AID, pero el trabajo con energías limpias sigue sin ser una prioridad" (Bergey Windpower, 2001).

Por desgracia, la utilización de estos sistemas importados conlleva problemas como la falta de control en las zonas rurales y dificultades para encontrar combustible o repuestos.

Durante la década de los 70 y comienzos de los 80, las energías renovables se beneficiaron de las crecientes inversiones en fuentes autóctonas, lo que hizo subir el precio del petróleo en todo el mundo.

Estas inversiones se frenaron en los años 80 al establecerse un sistema más estable de comercio con petróleo, aunque ahora han vuelto a experimentar un nuevo impulso, en parte como repuesta a la decisión de la comunidad internacional de dar prioridad a las energías alternativas, menos contaminantes que los combustibles fósiles y menos nocivas para el medio ambiente.

En términos generales, los PVD no se han beneficiado tanto de estas innovaciones como los países industrializados, donde se han llevado a cabo la mayoría de las investigaciones para encontrar nuevas fuentes de energía renovables (Lamb, 1996).

En algunos proyectos financiados por donantes se ha intentado implantar, con mayor o menor éxito, la energía eólica y la hidroeléctrica en PVD; muchos sistemas, como los molinos de viento, llegaron a las zonas rurales. Sin embargo, la energía eólica no tuvo ningún arraigo en esas sociedades, ni se dio el apoyo técnico necesario, ni se introdujeron las mejoras necesarias para garantizar el correcto funcionamiento del sistema bajo tales condiciones.

El Uso Racional de las Energías Renovables en las Regiones más Vulnerables

Hoy día podemos apreciar el creciente interés por las fuentes de energía renovables.

La presencia constante en la política internacional de un asunto como el calentamiento global y el elevado precio del petróleo han acrecentado el interés por la transferencia de tecnología en el sector energético.

Los países desarrollados y los subdesarrollados cada vez muestran más interés por crecer económicamente sin privar a las generaciones futuras de un entorno salubre y de unos recursos naturales en perfectas condiciones.

Para conseguir este objetivo es imprescindible hacer un uso racional de la energía en el mundo y de las fuentes de suministro, incluidas las energías renovables.

La energía es uno de los motores subyacentes del crecimiento económico y social. Pese a todo, la población sigue consumiendo energía procedente de los combustibles fósiles, sobre todo en los países desarrollados, aun a riesgo de alterar el clima y de contribuir a la creciente vulnerabilidad de los pueblos más desfavorecidos.

Mientras que los hechos ponen de manifiesto que en el Norte conviene reducir la demanda y dar un impulso a las energías renovables, en el Sur existe la necesidad de mejorar los suministros energéticos para satisfacer las necesidades más básicas, y, además, conviene hacerlo de manera que se preserve el desarrollo sostenible (ACUS, 1992).

Según el informe Brundtland, la sostenibilidad significa que los programas que hoy día se están llevando a cabo satisfagan las necesidades de la generación actual, sin poner en riesgo las de las generaciones futuras. Dentro de este contexto ha surgido el concepto de Tecnología de Energía Sostenible (SET, según la denominación en inglés), que se refiere a la que es capaz de satisfacer las necesidades del consumidor (demanda) a largo plazo y a un precio asequible, sin alterar el equilibrio de la naturaleza. Ésto quiere decir que la SET respeta el medio ambiente con unos costes razonables.

Cuando los PVD han experimentado crecimiento económico, debido a un mejor acceso a la energía, gran parte de este desarrollo se ha producido en las zonas urbanas, lo que ha provocado que todos los sistemas de suministro energético se concentren a su alrededor. Mientras tanto, muchas zonas rurales siguen sin tener cubiertos los niveles imprescindibles para el desarrollo social y económico.

Para solucionar este problema, es necesario implantar en zonas rurales unos sistemas de energía sostenible eficaces y asequibles. Resulta prometedora la idea de descentralizar los servicios de energías renovables, pues la descentralización permitirá la transferencia de energía, hará que el consumo y el uso de los recursos sean más equitativos y aumentará la participación de la población local en el suministro de energía.

La mayoría de los expertos sostienen que existen muchas tecnologías de energía sostenible en el mundo, pero no dentro de los PVD. Suelen comentar que se necesita transferir tecnología desde los países desarrollados a los más pobres (Lamb, 1996; Bergey Windpower, 2001; Martinot et al., 2001; ITDG, 2002; Ali, 2002).

Hijikata (1994, citado por Ali, 2002) añade que la resolución de los problemas medioambientales y la transferencia de las SET a los países en vías de desarrollo son dos asuntos de una gran importancia.

Un país no puede asumir solo la tarea de solucionar todos sus problemas energéticos y ambientales.

Se debería afrontar desde una perspectiva global, lo que quiere decir que la transferencia y gestión de tecnología energética es un asunto internacional que requiere una cooperación positiva por parte de todos los implicados (pp. 359-70).

Lamb (1996) declara que conviene dar los pasos necesarios para acelerar la transferencia de tecnología de energías renovables y encontrar nuevas maneras de adaptarla a las circunstancias. Por ejemplo, el programa JOULE, una importante iniciativa de investigación conjunta puesta en marcha en varios países de la UE, ha prestado especial atención a las tecnologías relacionadas con las energías renovables, muy útiles en casos de descentralización en zonas aisladas de los suministradores de energía, como regiones montañosas o pequeñas islas. Algunos resultados de estas investigaciones bien se podrían adaptar a las zonas rurales de los PVD.

Transferencia Internacional de Tecnología de los Países Industrializados a los Menos Desarrollados

A comienzos de 1992, el Consejo Atlántico de Estados Unidos reunió a un grupo de expertos en negocios energéticos y políticas de energía para analizar el proceso de cooperación y transferencia tecnológica (ACUS, 1992). Dicho grupo de trabajo se valió de su dilatada experiencia en el campo de la transferencia internacional de tecnología, especialmente de los países industrializados a los menos desarrollados, para llegar a las siguientes conclusiones:

  • La transferencia de tecnología para mejorar el rendimiento y la eficacia de los servicios energéticos se ha llevado a cabo con especial éxito cuando se han utilizado energías disponibles, cuando se ha dispuesto de una buena organización y cuando se ha formado personal adecuado para su mantenimiento.
  • Los precios del mercado son muy críticos al reflejar los costes y beneficios de un sistema económico concreto y ofrecen incentivos para desarrollar fuentes que suministren energías.
  • Varios elementos tienen que favorecer el desarrollo del proyecto para efectuar con éxito la transferencia de tecnología. En particular, las políticas de los gobiernos (como las referentes al desplazamiento de personal o a la disponibilidad de divisas para comprar equipos) tienen que respaldar los proyectos.
  • Todas las partes implicadas en el proceso tienen que ser competentes. Se tiene que calcular el tiempo adecuado para formar al personal. También se debe imponer una dinámica de actualizaciones técnicas continuas. Por último, el asesoramiento financiero se debe centrar en el diseño de políticas y en la formación de trabajadores.

Recomendaciones para Orientar Políticas de Cooperación y Transferencia Tecnológica

Hicieron, asimismo, cuatro recomendaciones para orientar las políticas centradas en impulsar la cooperación y transferencia tecnológica:

1. Llevar a cabo correctamente el proceso de transferencia, para así asegurar que se elaboren políticas adecuadas dentro de la economía, del precio de la energía y de las inversiones. De la misma manera, se asegurará un enfoque correcto de acuerdo con las normas de selección de tecnología que dicte el mercado.

2. Ser exhaustivos, para asegurarse de que el proyecto se centra en introducir mejoras durante todas las fases, desde la extracción de energía y su posterior conversión hasta su utilización. Se tienen que llevar a cabo todas las partes del proceso de transferencia de tecnología.

3. Invertir en la población para mejorar la capacidad administrativa y técnica de los países receptores, lo que incluye la formación de profesionales a largo plazo conforme se transfiere la tecnología y la difusión de información fiable que sirva de apoyo.

4. Fijar como objetivo la asistencia financiera, que comience transfiriendo conocimientos para acabar sirviendo de apoyo en el diseño de políticas, en la formación de personal, en el establecimiento de unos precios según el mercado y en el impulso a la pequeña y mediana empresa.

Este enfoque se planteó principalmente según las normas generales del mercado, donde los compradores son los que toman sus decisiones. Sin embargo, en el caso de los PVD los compradores de tecnología no son siempre los que la van a utilizar luego, sino que son intermediarios a distintos niveles. Esto incluye al personal de las organizaciones internacionales y de agencias gubernamentales vinculadas al sector formal y que concentran el poder económico en los programas a gran escala. Parece que fue esto lo que pasó con muchos sistemas de suministro de agua que apenas funcionaban y que fueron construidos durante la Década del Agua. Escogieron "los equipos que los ingenieros del ramo mejor conocían" (Henry, 1978: 369, citado por Vaa, 1990).

Pero la tecnología que nos resulte más familiar no es siempre la más adecuada.

Ésta debería respetar a la población y al medio ambiente.

Debería poder satisfacer las necesidades con los mínimos costes.

Debería ser sencilla y barata de mantener. Parecen requisitos muy obvios, pero rara vez se cumplen" (VROM, 1995: 58). La necesidad de implicar a los consumidores en la elección del servicio y de la tecnología idóneos fue una cuestión que apareció durante el análisis de la Década del Agua. Esto tendría repercusiones positivas en la sostenibilidad medioambiental y en la recuperación de los costes.

Además, existía el problema de que con la ayuda al desarrollo muchas veces los países receptores se veían obligados a comprar equipos construidos en el país donante. Ésto creó muchos problemas a aquellos en los que se habían instalado diferentes sistemas con sus propias piezas que necesitaban formación específica de los mecánicos. Esto sigue siendo un riesgo presente según la firma estadounidense Bergey Windpower (2001), que indicó que los países europeos han demostrado cómo las agencias donantes y la industria pueden trabajar juntas para llevar los beneficios de las energías renovables a los países más pobres.

Ésto a menudo ha dificultado que las compañías estadounidenses puedan competir en los mercados de los PVD, aun teniendo una tecnología superior.

Afortunadamente, la situación en USAID está cambiando al aumentar el interés por las energías renovables y al crecer la concienciación acerca de las tecnologías modernas para estos tipos de energías, especialmente las pequeñas turbinas eólicas.

Otro problema frecuente es la falta de conexión entre los que escogen las tecnologías y la población de los PVD. La población depende de pequeñas empresas de diversos tipos. Se ganan la vida trabajando en sus campos, en sus casas o en pequeñas tiendas, y toman decisiones para sacar el mejor partido a sus escasos bienes y poder sobrevivir con estrecheces. Estos hombres y mujeres no dependen del empleo dentro del sector formal, que es donde se dirigen las inversiones extranjeras, pero que incorpora a una minoría de la población económicamente activa en casi todos los países en vías de desarrollo (ITDG, 2002).

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